El acero inoxidable es una aleación de acero que contiene un mínimo de 10.5% de cromo, lo que le confiere propiedades únicas de resistencia a la corrosión y al óxido. Esta combinación de metales mejora significativamente la durabilidad del material en comparación con el acero al carbono, que tiende a oxidarse fácilmente cuando se expone a la humedad y a los agentes químicos.

El cromo forma una capa de óxido de cromo en la superficie del acero, que actúa como una barrera protectora contra la corrosión. Además de su resistencia a la corrosión, el acero inoxidable también ofrece una alta resistencia al calor y a las altas temperaturas, lo que lo hace ideal para aplicaciones en entornos extremos. Por esta razón, se utiliza frecuentemente en la industria química y petroquímica, así como en la fabricación de hornos y equipos de procesamiento térmico. Su capacidad para mantener sus propiedades estructurales incluso a temperaturas elevadas lo convierte en una opción confiable para aplicaciones industriales exigentes.

El acero inoxidable es ampliamente utilizado en la industria alimentaria y médica debido a su facilidad de limpieza y su resistencia a los gérmenes y bacterias. En la fabricación de utensilios de cocina, equipos de procesamiento de alimentos y equipos médicos, el acero inoxidable asegura que los productos sean higiénicos y seguros para el uso en entornos donde la limpieza y la esterilización son cruciales.

En el ámbito de la construcción y la arquitectura, el acero inoxidable se emplea en una variedad de aplicaciones estéticas y funcionales. Su acabado brillante y su resistencia a la intemperie lo hacen ideal para elementos decorativos, fachadas de edificios y barandales. Además, el acero inoxidable contribuye a la durabilidad y al mantenimiento bajo en los proyectos de construcción, ya que no requiere revestimientos adicionales ni tratamientos para prevenir la corrosión.